ROMA. -El papa León XIV puso punto final hoy al Jubileo de los Jóvenes con una misa multitudinaria en la explanada de Tor Vergata, en las afueras de Roma, que reunió a más de un millón de fieles procedentes de 146 países
La ceremonia fue el acto más representativo del también llamado Año de la Esperanza 2025, que el pontífice asumió tras el fallecimiento del papa Francisco y que ha puesto el foco en el vínculo con la juventud católica.
Durante la homilía, León XIV dirigió un mensaje claro a los jóvenes: no conformarse con una vida de consumo y mediocridad, sino aspirar a “cosas grandes, a la santidad, allí donde estén”. “Comprar, acumular, consumir no es suficiente. Necesitamos alzar los ojos”, añadió, subrayando que la plenitud está en compartir con alegría y amor genuino.

El pontífice expresó también una profunda solidaridad con quienes sufren los estragos de la guerra. “¡Estamos con la gente joven de Gaza y con los jóvenes de Ucrania! Con todos aquellos países ensangrentados por la guerra”, proclamó desde el escenario, recibiendo una sentida ovación de la multitud..
Durante el sábado por la noche, presidió una vigilia en la que miles de participantes acamparon al raso bajo el cielo romano. En ese acto, respondió a preguntas de personas de diversos países, cargó una cruz del jubileo y caminó junto a jóvenes de distintos continentes en una procesión litúrgica y simbolizó la unión global de la iglesia joven.
Además, el papa terminó el evento citando a dos peregrinas que fallecieron en los días previos: María Cobo, de España, y Pascale Rafic, de Egipto. León XIV organizó un encuentro con sus compañeros para rezar juntos por ellas, como gesto de consuelo espiritual.
En su despedida, renovó la invitación para la próxima Jornada Mundial de la Juventud, que se celebrará en Seúl (Corea del Sur) del 3 al 8 de agosto de 2027, bajo el lema “¡Tengan valor, yo he vencido al mundo!”.
El cierre del Jubileo deja una imagen poderosa de esperanza y unidad juvenil. A pesar del carácter reservado del pontífice, su voz ha sido clara: los jóvenes son la “semilla de esperanza” con la cual la Iglesia quiere renovar su rostro frente a un mundo cada vez más fragmentado.