CIUDAD DE MÉXICO.- Rafael Arroyo, jefe del Servicio de Neurología del centro médico-quirúrgico Olympia Quirónsalud, señala que mantener una dieta equilibrada, rica en frutas, verduras, cereales integrales y pescado, así como una baja ingesta de sal, resulta beneficioso para la salud cerebral, ayudando a reducir el riesgo de desarrollar Alzheimer.
También asegura que la actividad física constante, como caminar, nadar o hacer yoga, no solo fortalece el cuerpo sino también el cerebro. Del igual modo, realizar actividades que ejerciten el cerebro, como leer, resolver crucigramas o aprender un nuevo idioma, puede ayudar a mantener la función cognitiva.
Asimismo, el especialista recomienda evitar el aislamiento social ya que la interacción social regular es clave para mantener el cerebro activo y saludable. Además, es esencial mantener controlada la presión arterial, el colesterol y el azúcar en sangre ayuda a reducir el riesgo de desarrollar Alzheimer.
Además, se debe dormir lo suficiente pues el descanso adecuado es fundamental, ya que durante el sueño el cerebro elimina toxinas que pueden contribuir a la enfermedad. El doctor señala que estos hábitos no solo contribuyen a la prevención de dicha patología, sino que también mejoran la calidad de vida en general.
Por otro lado, el especialista ha desmontado algunos de los principales mitos que circulan sobre esta enfermedad ya que, asegura, que estos pueden desembocar en un diagnostico tardío y a que las personas afectadas no reciban el tratamiento adecuado en las primeras etapas de la enfermedad.
Entre los mitos más extendidos, menciona la creencia de que el Alzheimer es simplemente una consecuencia natural del envejecimiento.
El envejecimiento es un factor de riesgo importante, pero no significa que todos los ancianos desarrollarán esta enfermedad. Es una enfermedad específica, y su aparición depende de varios factores genéticos y ambientales.
Otro mito frecuente es que las personas que tienen familiares con esta patología están condenadas a desarrollarlo. El doctor aclara que, si bien los antecedentes familiares son un factor de riesgo, no necesariamente determinan el desarrollo de la enfermedad.
La genética juega un papel, pero factores como el estilo de vida y las condiciones de salud también son determinantes.
Por último, el neurólogo destaca que “actualmente, se están desarrollando tratamientos que apuntan no solo a aliviar los síntomas, sino también a frenar el avance de la enfermedad” y que estos “abren puertas hacia tratamientos más eficaces”.
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