Baños de sonido, la tendencia en bienestar que equivale a un descanso profundo de siete horas

Baños de sonido, la tendencia en bienestar que equivale a un descanso profundo de siete horas

CIUDAD DE MÉXICO.- Eas como llegar a un concierto donde sólo tienes que tumbarte, colocarte cómodamente en el suelo y dejarte llevar”. “No sé exactamente lo que ha pasado, simplemente he vivido una siesta de la que me he despertado con una relajación muy profunda”. “Me ha hecho sentir más centrada y calmada”. Estos son algunos testimonios de los participantes en una sesión de baños de sonido de Clara Alfaro. Una meditación que funciona hasta con los más escépticos. “Te puedes dormir y aun así te llevarás todos sus beneficios”, afirma esta terapeuta de sonido, quien reconoce la popularidad de estas clases organizadas en lugares tan variopintos como hoteles de cinco estrellas, un parque o hasta en su propia casa.

Un baño de gong o meditación sonora es una experiencia inmersiva, explica Alfaro. “Tus ondas cerebrales bajan la frecuencia y cada célula de tu cuerpo es atravesada por la vibración que emana de los instrumentos. Se suelen emplear gongs y cuencos tibetanos. Y se trata de una meditación pasiva, sin esfuerzo. Te relaja, te llena de calma y foco en los días posteriores”, detalla.

Aunque el formato moderno en sesiones grupales es contemporáneo, el uso terapéutico y espiritual del sonido se remonta a miles de años atrás en diversas culturas. ¿Por qué ahora se pone de moda? “En un mundo tan saturado de estímulos, funciona como un verdadero antídoto. Es una meditación fantástica para contrarrestar los efectos nocivos de la falta de descanso, del estrés, de las pantallas… El sonido de los gongs contrarresta la falta de descanso, del estrés, el burnout y otros síntomas físicos, mentales, emocionales y energéticos que neutraliza. Y, como funciona, el efecto boca a boca empieza a expandirse a gran velocidad. Como cuando llegó el yoga a Madrid… parecía una moda, pero llegó para quedarse”, asevera Alfaro.

Hay estudios que ponen de manifiesto que la terapia de sonido con cuencos tibetanos puede ser una intervención eficaz para promover la relajación y el equilibrio psicofisiológico. Otro estudio reveló que las intervenciones basadas en el sonido, incluidas la musicoterapia y los baños de sonido, reducían eficazmente la intensidad del dolor y mejoraban la calidad de vida en personas con dolencias crónicas. “El CSIC ha demostrado que las células humanas vibran, lo cual supone que el principio de resonancia no sólo puede aplicarse a nuestras ondas cerebrales, sino a todas nuestras células. También tenemos los estudios de John Stuart Reid sobre los glóbulos rojos. La investigación considera el impacto de las vibraciones en la circulación sanguínea, el flujo linfático y la función muscular, sugiriendo posibles aplicaciones terapéuticas no invasivas para diversas afecciones de salud”, indica Alfaro.

El resumen es que el cuerpo pasa de estar regido por el sistema nervioso simpático (el estado de alerta, ondas Beta) a operar bajo el mando del sistema nervioso parasimpático (estado de descanso y regeneración). “Además, estas sesiones resultan un entrenamiento para el cerebro, hacen que sea más ágil en pasar de un estado a otro. Es decir, cuando una persona ha estado sometida a mucho estrés, al cerebro le cuesta pasar de ondas Beta al resto de ondas. Al sistema nervioso le cuesta dejar de estar en modo alerta y se comporta como si fuese adicto a ese estado”, profundiza la terapeuta.

La actriz y cantante Emma Roberts ha confesado que suele hacer baños de gong en casa regularmente para relajarse aprovechando las listas ya grabadas de Spotify. Sin embargo, cuando se trata de sesiones presenciales, es fundamental el rol del facilitador. Alfaro comenta cómo funciona: “No se reduce a tocar el gong y ya. Ha de saber llevar al público a la relajación profunda y ha de saber traerlos de vuelta. Como un director de orquesta”. El problema del gong, según la terapeuta de sonido, es que “hay facilitadores que confunden tocarlo y crear sonidos que llevan a la relajación, con aporrearlos y crear mucho ruido para romper bloqueos”.

Por eso ella inicia con una explicación mínima sobre lo que va a venir a continuación. “Lo justo para que todo el mundo sepa que no hay una manera correcta o incorrecta de vivir la experiencia (despierto, dormido…) o que toda sensación corporal es normal, incluidos sitios donde hace tiempo no se tiene sensación, como puede ser una adherencia postoperatoria o algún lugar donde se sufrió una lesión. Digamos que es una introducción simplemente para que la persona se deje llevar con tranquilidad”.

Una vez se centran los participantes, siempre les anima a hacer un par de respiraciones profundas para conectar con el cuerpo y entregarse a la experiencia. De ahí al sonido de los gongs (con o sin cuencos tibetanos). “A mí me gusta tocar 45 minutos, para replicar medio ciclo REM, pero tampoco es una norma escrita”. Al finalizar, unos minutos de silencio para dejar que la persona pueda escuchar su sonido interno. “El silencio es muy impresionante e importante después del sonido”, describe Alfaro.

La mayoría de personas llegan a los baños de sonido por curiosidad, cuenta Alfaro. “Como siempre que se trata de prácticas un poco distintas, la mayoría son mujeres, aunque cada vez hay más hombres”. Acuden por problemas de falta de descanso, por estrés o ansiedad, y que además empiezan a sufrir los síntomas de alguna enfermedad autoinmune: inflamación, problemas de tiroides, problemas dermatológicos, digestivos… “Primero buscan descanso y, cuando sienten los efectos beneficiosos, entonces vienen buscando mejora de síntomas. Ven los efectos y repiten”. Entonces es cuando regresan con una amiga, o cuando traen “medio obligada” a su pareja. “Cuando esto sucede, se les nota que ellos no están nada convencidos, pero cuando termina la sesión es muy divertido verles la cara y lo que cuentan”.

Está contraindicado en personas que sufren epilepsia y en personas que tienen o han tenido brotes psicóticos o esquizofrenia. “He tenido personas que han venido una vez a la semana en momentos de burnout. Algunos han venido hasta 12 semanas seguidas, y otros, después de 4 sesiones no sentían la necesidad de continuar. El hecho de ser una relajación pasiva es lo que la hace tan accesible”.

No se puede vivir siempre en modo reparación y regeneración, aconseja Alfaro: “Necesitamos el estado de alerta, pero no podemos vivir constantemente estresados o nos saltarán los plomos”. El sonido puede activar procesos bioquímicos que mejoran la energía celular y la eficiencia metabólica, asevera, de modo que estimula el nervio vago, que de vago no tiene nada: “Se observa una bajada en la frecuencia cardíaca y respiratoria”.

La diferencia principal radica en la pasividad. “Quitando los primeros minutos donde te guío en una par de respiraciones profundas, el resto del tiempo no has de hacer nada, salvo entregarte a la experiencia y dejar que el principio de resonancia haga su aparición. Pasados unos minutos, arrastrará a tus ondas cerebrales a la relajación profunda. Incluso puede que te duermas, y no pasa nada”.

También menciona que no es necesario tener experiencia. Ni unirse a un grupo de meditación todas las semanas. “Puedes ir cuando sientas que lo necesitas”. Otras diferencias serían el efecto físico de descanso que se obtiene con sólo una meditación sonora, el foco y la claridad en la toma de decisiones, además de los efectos físicos cuando esta meditación se hace en directo. “Durante los aproximadamente 45 minutos de exposición, todos los participantes experimentan una secuencia de frecuencias de ondas cerebrales similar a la de un periodo de sueño de siete horas de duración, permitiendo que el cuerpo realice todo lo que hace cuando se encuentra en estado de relajación y regeneración”.

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