VERACRUZ.- El consumo de crystal (metanfetamina) entre jóvenes veracruzanos ha dejado de ser una preocupación marginal para convertirse en una emergencia de salud pública. De acuerdo con datos del Centro Estatal Contra las Adicciones, en 2024 se atendieron 122 casos relacionados con esta sustancia, el doble que el año anterior. La tendencia no sólo se mantiene: se intensifica.
La Secretaría de Salud estatal confirmó que el crystal es la droga de inicio más común entre adolescentes, superando al alcohol y la mariguana. El rango de edad más afectado va de los 15 a los 20 años, aunque se han registrado casos desde los 10 años. Su bajo costo, fácil acceso y el mito de que “da energía” lo convierten en una opción peligrosa para jóvenes en vulnerabilidad.
El crystal provoca deterioro físico acelerado, pérdida de peso extrema, caída de dientes, insomnio, temblores y agresividad. A nivel emocional, genera aislamiento, paranoia y pérdida de vínculos familiares.
En sólo seis meses, un joven puede pasar de ser estudiante a vivir en situación de calle.
El Sistema de Vigilancia Epidemiológica de las Adicciones (Sisvea) y el Inegi señalan en el más reciente informe consolidado que 10.3% de los adolescentes entre 12 y 17 años ha consumido alguna droga ilegal al menos una vez en su vida. En el último año, 6.8% reportó consumo activo, siendo la mariguana la sustancia más común (8.5%), seguida por inhalables, (3.2%); medicamentos sin prescripción (2.7%), metanfetaminas (1.1%) y cocaína (0.9%).
La edad promedio de inicio se sitúa entre los 13 y 14 años, con variaciones según el tipo de sustancia y el entorno social.
En Veracruz, los centros de salud han registrado un aumento en la atención de adolescentes por consumo de mariguana y crystal, especialmente en zonas urbanas y marginadas.
Aunque el Inegi no desglosa cifras estatales específicas sobre consumo, sí documenta que Veracruz se encuentra entre los estados con mayor número de adolescentes imputados por delitos relacionados con narcomenudeo, lo que refleja una preocupante vinculación entre consumo, criminalización y falta de atención preventiva.
Especialistas en salud mental advierten que el consumo juvenil no puede abordarse únicamente desde el enfoque médico o legal. “Es un síntoma de fracturas sociales, familiares e institucionales que requieren respuestas integrales”, señalan desde el Observatorio Veracruzano de Salud Mental y Adicciones.
Son las 11 de la mañana y Roberto, de 15 años, está recargado en un poste de la colonia el Moral, con la mirada perdida. Su delgadez preocupa, pero, sobre todo, su adicción. Matilde, su madre, consiguió lo que durante semanas le habían negado: poder meter a Beto a un centro de rehabilitación.
Él es el menor de cuatro hermanos. Los mayores trabajan con su papá en la venta de verdura, pero al ser el más chico lo alentaban a estudiar porque vieron que tenía “más cabeza” para la escuela, recordó Matilde.
“Ganó una medalla en primero y segundo, pero comenzó a juntarse con unos chamacos que lo sonsacaron”, recuerda.
Su papá no lo quiere ver, anda dolido, la decepción lo llevó a darle una paliza al muchachito, quien para ya no sentir los golpes se volvió a drogar”, recordó su mamá. A escondidas busca internarlo en un centro de rehabilitación, pero son muy caros.
Beto asegura que cuando prueba el crystal se ve entre sueños. “Mi niño dice que lo hace sentir fuerte, poderoso, pero yo veo que no se mueve, que sólo está detenido y perdido”, lamenta la madre.
Marisol, de 16 años, trabajaba con su mamá en el mercado ambulante. Desde hace tres meses, se hizo novia de Nazario, de 25 años. Nora, la mamá de Marisol, asegura que fue este sujeto quien la indujo a probar el crystal y ahora ya no va a la escuela y tampoco quiere ir a trabajar.
“Comencé a ver que se me perdía Marisol y que se me perdía el dinero. Hasta que le pregunté y ya no me lo negó, me dijo que compraba unos crystales y que se sentía bien, pero bien idiota”, explicó Nora con arrebato.
“Nora es una madre joven, integra una familia de mujeres que se dedican a vender antojitos en el mercado y son muy populares. La tragedia de Marisol distrae a Nora, perdió la sonrisa que atraía a los clientes. No la quiere dejar sola, señaló, pero también se rebela lo que considera una “ingratitud”.
“La chamaca me decía que no probaría drogas, pero quién sabe qué le dio ese desgraciado y ya fui a intentar denunciarlo, pero nadie me hace caso en la fiscalía”.
La madre de Marisol recordó que en enero, su hija pesaba 57 kilos, es alta y espigada. Ahora que comenzó a llevarla a tratamiento, le reportaron que sólo pesa 40 kilos, tiene problemas mentales y de repente alucina.
En Veracruz, el consumo de metanfetamina cristalina entre jóvenes ha crecido de forma alarmante, convirtiéndose en una emergencia silenciosa que atraviesa escuelas, hogares y espacios públicos.
Roberto Meyer Gómez, director de la Fundación Casa Nueva, considera el consumo de las metanfetaminas, en especial el crystal, como una epidemia.
“Realmente estamos hablando ya de una epidemia en relación con el consumo de sustancias, de drogas de impacto, y de preferencia unas metanfetaminas que se llaman crystal y que desafortunadamente los jóvenes desde edades tempranas empiezan a consumir”, explicó.
Reconoció que se ha registrado un incremento en el uso de estos estupefacientes y obedece a que tiene mucha accesibilidad, porque no es cara y se engancha rápidamente, además los consumidores desarrollan una dependencia en un tiempo breve.
“Generalmente se consume fumado o inyectado, pero es altamente adictivo, es decir, entre que lo pruebo y desarrollo dependencia están pasando más de dos meses”.
El especialista sostuvo que la edad promedio de los menores que comienzan a consumir la droga es a los 14 años. Advierte que no es exclusivo de las zonas urbanas, pues también en las comunidades y rancherías hay muchos casos y tampoco es que sea exclusivo de los varones, pues también ha incrementado el número de mujeres que la consumen.
“Y perdón que lo diga: hoy está de moda y está bien que se hagan campañas contra el fentanilo, pero actualmente puedo decir que en Fundación Casa Nueva no tenemos ningún caso de fentanilo; se habla poco de la metanfetamina, que es una epidemia que tenemos en rancherías y comunidades como droga de inicio”, dijo Meyer.
Dijo que antes eran el cigarro y el alcohol lo que consumían los jóvenes a temprana edad, pero ahora son drogas sintéticas o de “diseño”.
Me parece que, en promedio, las mujeres actualmente (la consumen) estamos hablando de 5 contra tres, casi a la par, entre los adolescentes”, mencionó.
Meyer es director de un centro de rehabilitación en la carretera Xalapa-Las Trancas, entre las comunidades de El Chico y Chavarrillo, y atiende a jóvenes y adultos adictos.
Llevar a una persona a rehabilitación en las condiciones de Beto o de Marisol es costoso, más de 30 mil pesos mensuales por estancia y atención médica, lo que ha hecho Meyer es afianzarse a organizaciones civiles que han ofrecido costear los tratamientos y es así como salen adelante algunos jóvenes y adultos adictos a las metanfetaminas.
Y ante este panorama, especialistas en salud pública y organizaciones civiles han hecho llamados a fortalecer las estrategias de prevención, atención psicosocial y reconstrucción comunitaria. Si bien la Secretaría de Salud estatal ha anunciado la ampliación de sus centros de atención primaria en adicciones, persisten retos en cobertura y enfoque integral.